La tumba de Francisco Tato Anglada, en el cementerio de Barbate, es una de las muestras más evidentes de la falta de humanidad de quienes el 18 de julio se levantaron contra la II República.
Además de ser asesinado por sus ideas, a la familia del último alcalde republicano de Barbate se le negó nicho alguno, teniendo que ser enterrado en el suelo, donde permanece hoy, bajo una cruz en la que se puede leer ‘No nos dejaron conocerte’.